La mejor manera de conservarlos en
verano.
Con el calor, los alimentos se descomponen más rápido y están expuestos a la propagación de bacterias, causantes de intoxicaciones. La solución es poner en práctica una serie de medidas enfocadas en su adecuada conservación.
 
   



  • Almacenar los alimentos perecederos en la nevera o el congelador, cuando no van a ser consumidos en el momento, evitará que se deterioren bajo la temperatura ambiente. Pero hay que ser precavidos y ordenarlos de acuerdo con su caducidad: los productos más sensibles, como las carnes, deben ir en los primeros compartimentos, que poseen, generalmente, una temperatura menor.
  • Otra recomendación es evitar el acopio de alimentos distintos en un táper o compartimento. Por ejemplo, es común juntar la papa con el tomate, sin tomar en cuenta que el primero, debido a su cultivo bajo tierra, podría ser portador de microbios que se reproducen con rapidez cuando contaminan otros insumos más delicados.
  • También resulta clave la manipulación de los alimentos ya cocinados. Si se trata de sopas, lo mejor es calentarlas para depurarlas de cualquier microorganismo y dejarlas enfriar antes de su refrigeración. Para las sobras sólidas, resulta conveniente separar cada preparación y conservarlas en envases de vidrio, bien cerrados.

A la hora de descongelar el alimento, debe realizarse en las partes bajas de la refrigeradora (colocar un paño húmedo para evitar olores), no en el ambiente, expuesto al calor y a insectos. A la vez, es posible usar un microondas o introducir en agua caliente el alimento dentro de una bolsa de plástico. Estas sugerencias serán de utilidad para consumir alimentos frescos, con sus propiedades intactas, y disfrutar un verano saludable.

Fuente: Pacífico Seguros.

 
 
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