El refrán “al mal tiempo buena cara” esconde una gran verdad para nuestra salud, ya que, la risa tiene la función biológica de ayudarnos a alcanzar un óptimo estado físico y mental, lo cual está comprobado científicamente. Por ello, cuando tengamos algún problema o recibamos una mala noticia (no tan graves, claro está), riámonos, riámonos con ganas, aunque nos miren de forma extraña. La risa es una respuesta de nuestro organismo a ciertos estímulos de diverso tipo, incluidos el nerviosismo o el miedo. Sin embargo, es mucho más conocida como una respuesta externa a situaciones de humor, alegría o diversión.



 
   

Y aunque usted no lo crea, los beneficios que trae para la salud son diversos e innumerables.

Hagamos un recuento: la risa provoca el aumento de sustancias como la inmunoglobulina y los linfocitos, anticuerpos que fortalecen el sistema inmunológico y, además, atacan las células virales, cancerosas, bacterias y parásitos. Reír también es una buena actividad cardiovascular, pues regula la presión sanguínea y limpia las arterias.

Por eso, es similar a otras prácticas como correr, nadar o manejar bicicleta. Por si fuera poco, al reír a carcajadas se activan entre cien y cuatrocientos músculos, por lo que es un relajante corporal perfecto.

También produce un masaje interno, por su efecto mecánico en el diafragma y el abdomen, y es la manera más fácil y rápida de respirar profundamente para eliminar el aire viciado de los pulmones.
Y si esto no convence, tengamos en cuenta que la risa posee importantísimos beneficios psicológicos y emocionales, al regular el estado de ánimo, reducir el estrés, aliviar la depresión y controlar la ansiedad, ya que, genera endorfinas y serotonina, hormonas que controlan el placer y el dolor. Así que ya lo sabes: aunque suene contradictorio, puedes “morirte de risa” para vivir mejor. Anímate a intentarlo.

Fuente: Pacífico Seguros.
 
 
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